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Hacer y mantener amigos es una habilidad que requiere entrenamiento en las personas con autismo

Si para una persona dentro del espectro entender sus emociones es complicado, transitar los altibajos de una relación, aunque sea de amistad, es algo para lo que necesitan prepararse.

Hacer y mantener amigos es una habilidad que requiere entrenamiento en las personas con autismo

Cecilia Fonseca S.

autismopanama.com


Las personas neurotípicas y las no típicas comparten algunas cosas a la hora de plantearse tener amigos: a cada uno le atraerán aspectos diferentes, para conocer personas con las que tengan algo en común tendrán que involucrarse en actividades o grupos específicos, y no todo será siempre un camino de rosas.  En el caso de nuestros chicos con trastorno de espectro autista, aunque probablemente no todos logren hacer amigos, vale la pena que como padres demos los pasos correctos en esa dirección.

 

En esta segunda entrega sobre pubertad, amistades y cómo preparar a las personas con autismo para que tengan relaciones saludables, volvemos a recurrir a la guía experta de Arlene Lechner y Melissa Hochberg quienes son masters en Educación Especial con al menos 20 años de enseñar a personas con habilidades diferentes; además, son educadoras sexuales entrenadas y están certificadas como Mental Health First Aid.


Te invito a leer la primera entrega sobre cómo enseñarles a tener relaciones saludables.

 

¿Cómo conocer personas y hacer amigos?

 

“Puedes conocer a alguien durante una actividad y percatarte de que se interesan por cosas similares”, apunta Hochberg sobre los argumentos que los padres pueden utilizar para enseñarle a sus hijos qué cosas pueden causar ese primer interés en ellos.  

 

También destaca que, en el plano físico, se les puede indicar que algo que puede generarles atracción hacia otra persona es su higiene personal, es decir, que anda limpia, que sus dientes están cepillados, que lucen bien juntos y esto los hace parecer más atractivos.

 

Es importante también, acotó, hacerles percatarse de cómo los hace sentir el estar junto a esa persona con la que buscan comenzar una amistad:


  • Te puedes sentir cómodo, puedes sonreír y relajarte, te sientes aceptado

  • Quizás tienen actitudes similares acerca de algo

  • Algo de sus personalidades los atrae (tener siempre buen sentido del humor, por ejemplo)

  • Es una persona a la que le gusta escuchar, lo que hace sentir al otro valorado

  • Tiene una hermosa y cálida sonrisa de bienvenida o quizás hace a las otras personas reír

 

Por otro lado, añade Lechner, hay muchos lugares donde tu hijo puede conocer personas con intereses similares, especialmente si están en el mismo nivel de escolaridad: grupos religiosos, grupos sociales donde el propósito es conocer personas, un equipo deportivo o deportes de recogida, en Olimpiadas Especiales. “Si tú sabes qué le gusta a tu niño, adolescente o joven adulto, y tú quieres ayudarlo a hacer esas conecciones sociales, probablemente puedes encontrar cerca de tu casa grupos a los que se pueda unir. Asimismo, si ellos tienen un trabajo, por ejemplo en una veterinaria o en una tienda de videojuegos, probablemente podrían conocer a alguien del trabajo”, afirma.

 

Incluso, advierte que puede ser alguien que tu hijo ya conoce y de repente notas que está interesado, quizás porque lo menciona, o tu hijo saludó a alguien y eso te llama la atención porque esa efusividad no se presenta a menudo. Frente a estas situaciones, Hochberg recomienda discutir el tema con él o ella cuando se presente el momento, y ayudarle a entender cómo comportarse, ya que podría obsesionarse o emocionarse al punto de incurrir en conductas que podrían ser vistas de mala manera.

 

En este momento, la terapeuta aprovecha para decirle a los padres que tienen que estar alertas frente a la posibilidad de que sus adolescentes o adultos jóvenes incurran en lo que en inglés se conoce como linger (no tiene una definición al español, pero podría interpretarse como observar de forma inapropiada), o lleguen a acechar a la persona de su interés, incluso, que sus actitudes puedan ser consideradas acoso.

 

Hochberg remarcó que aunque toda relación saludable comienza con la observación de esa persona que nos interesa, se habla de que estás haciendo linger “cuando las personas se empiezan a sentir incómodas, es decir, cuando la persona demora en irse cuando es tiempo de retirarse o la interacción terminó. Esto es difícil en el caso de las personas con autismo porque por lo general estas no saben cuándo es momento de retirarse, así que practicar y mostrarles cómo se vería esa situación de incomodidad es una buena forma de que ellos entiendan. Aconseja practicar con los chicos enseñándoles a observar durante tres segundos y luego dejar de mirar.

 

Algunos ejemplos de linger podrían ser que tu hijo esté mirando a una persona que está ocupada o haciendo algo y que luego de una breve interacción con ella siga observándola; o que se termine el tema de conversación y se mantenga en el lugar. Lo anterior implica que también hay que explicarles lo que significa sentirse incómodo y lo mejor para esto es hacer paralelismos con cosas que a ellos les incomoden, porque podrán intentar colocarse en el lugar de la otra persona.

 

En cuanto a que su actitud pueda ser catalogada como hacer lurking o acechar mencionó que esto se da cuando los chicos buscan la manera de escuchar a las personas y se hacen cerca de ellas a pesar de que no son parte de la conversación, por lo que se siente como que están espiando. Dijo que es importante que entiendan esto porque las personas podrían incomodarse al punto de acercarse y reclamarles. Y si están en la escuela, podrían denunciarlos ante un administrador o director.

 

Por último estaría el acoso, que sería una atención obsesiva y no deseada, un comportamiento amenazador que puede darse de manera online o en persona. 

 

Mantener una amistad



Foto de StockSnap/Pixabay

 

Conocer personas y convertirse en amigos es apenas una primera fase del aprendizaje para las personas con autismo. Luego viene enseñarles cómo mantener esa relación, porque el TEA les dificulta entender que hay que cultivarla, que sino se atiende a esa persona se deteriora el acercamiento logrado. Lechner recomienda a los padres decirle a sus hijos de forma muy precisa qué cosas deben hacer cuando tienen un amigo y quieren conservarlo por mucho tiempo, y nos dice algunas de esas tareas que son imprescindibles:

 

  1. Le chateas una vez al día para saber cómo está o qué hace

  2. Hablas con él o ella, por teléfono o en persona, por lo menos una vez a la semana

  3. Se comunican sus límites, por ejemplo, que solo se pueden llamarse a partir de las 9:00 a.m. y hasta las 7:00 p.m.

  4. Pasas tiempo con tu amigo para hablar o hacer cosas que a ambos les gusten

  5. Usan un filtro social. Los autistas son muy directos y pueden herir sentimientos, así que les decimos que expresen solo los pensamientos respetuosos y gentiles.

  6. Cuando estén juntos no hablas todo el tiempo, también escuchas lo que te dicen y comentas o respondes, aunque la conversación gire sobre un tema que no te interesa, así le estarás diciendo a la persona que te importa.

 

Lechner afirma que la estrategia para enseñar estos aspectos de la relación –que son básicos--, es conversar con nuestros hijos como si fuera un partido de tenis, para asegurarse que no solo hablen sobre ellos, si tienen un tema especifico que los apasiona, recordarles que también tienen que escuchar en una conversación. Y es probable, agrega, que el tema de conversación no sea de su agrado, por lo que hay que hacerles entender que si quieren llegar a conocer a un amigo y, al mismo tiempo, hacerlo sentir especial, poco a poco deben compartir información y emociones. Y si les cuesta hacerles entender este tema quizás podrían decirles simplemente “escucha más y habla menos”.

 

Al igual que en personas neurotípicas, a las personas con TEA les tomará tiempo desarrollar una relación

–reconoce Lechner— así que, al principio, solo asegúrense de que ellos se divierten juntos y ríen. 

 

Ejemplos del día a día



Foto de StockSnap/Pixabay

 

Hochner aporta algunos otros ejemplos que los padres pueden utilizar para enseñarle a sus chicos a sentirse cómodos comunicando sus gustos o preferencias o aquellas cosas que les incomodan en medio de esta relación de amistad.


  • Si están juntos viendo una serie y de repente pierde el interés, que se sienta en libertad de decir ‘ey, acabemos este episodio, y vamos a buscar algo de comer’, ‘tengo hambre y necesito parar’.

     


  • Si deciden jugar un videojuego y a tu hijo no le gusta el que escogen, que se sienta cómodo de decirle al amigo que a él no le gusta ese juego pero que le gustaría que le comentara por qué a él sí. Se trata de enseñarle habilidades que le ayuden a comprometerse en la amistad de forma que aunque a él no le guste mucho el juego, por su amigo lo intente.

     

  • Y si se trata de restaurantes, por ejemplo, que en vez de escoger los restaurantes que a él le gustan sí o sí, cuando su amigo le pide que vayan a uno que él prefiere, le diga que no se había percatado de que siempre era él el que escogía; esto también implicaría que está poniendo atención a la conversación. O en caso contrario, si siempre van a los restaurantes que le gustan a su amigo que se sienta en libertad de decirle ‘¿podemos elegir otro restaurante por esta ocasión?’.

     

  • Hablando del respeto a los límites, podrían ser los límites físicos, que si su amigo se está colocando demasiado cerca de él se sienta en libertad de decirle que prefiere que se aleje un poco y, en caso de que sea él quien quiere acercarse, que comprenda que debe preguntar, por ejemplo, ¿puedo hacerme un poco más cerca para que ambos escuchemos bien lo que estamos conversando?

  • En materia de límites emocionales se puede hablar hipotéticamente de que el amigo de su hijo le cuenta algo y él se lo dice a otra persona. Enseñarle que cuando su amigo le dice algo personal es para que se quede entre ellos dos, que no debe revelarlo a otros.  


  • Y si se trata de límites digitales, podrían contarle una historia de dos personas que generalmente se chatean, y una no duerme mucho así que a las 3:00 a.m. le empieza a enviar mensajes a su amigo. Le pueden preguntar qué piensa de eso o qué está haciendo usualmente una persona a las tres de la madrugada. Dependiendo de la conversación que logren sostener, podrían explicarle que en este caso lo correcto sería que el amigo le atienda y, si no sucede algo urgente para lo que requiera ayuda, le diga que seguirá durmiendo y que al día siguiente pueden chatear. Incluso, podrían decirle que al día siguiente, cuando converse con su amigo, podría establecer con él cuál será el horario en que podrán escribirse mensajes para no incomodarse uno a otro.


Arlene Lechner y Melissa Hochberg son co-fundadoras de Ease, una empresa que ofrece cursos online para adultos y adolescentes, entrenamiento para entrenadores, grupos de trabajo para padres, grupos de soporte conductual en casa e individual, también desarrollan webinars. Para contactarlas puede escribir a EaseEducates@gmail.com o contactarse al 703 598 2010. Para mayor información, pueden acceder a www.Ease.Educates.org

 


Estos ejemplos nos indican la importancia de la comunicación para entender los límites y poder respetarlos. En el tercer y último artículo de esta serie, les hablaremos sobre el crush y el amor, y sobre cómo pasar de una amistad a tener una cita de forma segura.


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