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Una lectura para el alma

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nacido en un día azul es una autobiografía de Daniel Tammet, hoy un reconocido escritor de 39 años que fue diagnosticado a los 25 años con síndrome de Asperger.

 

Es el mayor de nueve hermanos, fue un bebé inconsolable -que solo hallaba sosiego cuando lo mecían en los brazos por largo tiempo o lo paseaban en un coche-, tuvo convulsiones cuando tenía cuatro años, no se relacionaba con los chicos de su jardín de infancia, tampoco encontraba interés por los juegos en grupo. En ese momento ni él ni su familia podían saber qué sucedía. Reconocer que le decían torpe, perezoso, pero que nadie mencionaba la palabra autismo para esos años. 

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Quizás por su condición y que las bibliotecas le daban una sensación de tranquilidad y sosiego, se convirtió en un ávido lector.

 

Tammet, quien nació en Gran Bretaña en enero de 1979, en medio de una familia trabajadora, además de autista de alto funcionamiento o asperger, tiene el síndrome del savant o autista genio -el que se hizo famoso por la interpretación de Dustin Hoffman en Rain Man- y es sinestésico, una condición que le permite "ver" y "sentir" los números como una especie de paisaje. 

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"Se trata de una extraña mezcla neurológica de los sentidos, cuyos resultados más comunes son la capacidad para ver letras y números en colores", expresa el Tammet en su libro, y explica que en su caso el ve los números como formas, colores, texturas y movimientos. 

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A veces, cuando conozco a alguien me recuerda a un número en particular y eso me ayuda a sentirme bien con esa persona, expresa al inicio del libro, cuando empieza a describirse a sí mismo.  

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Sus capacidades le permiten descifrar complejas operaciones matemáticas y aprender idiomas en semanas. Sin embargo, lo más increíble es cómo ha logrado conectarse con su familia, de la cual reconoce estuvo muy alejada a lo largo de su crecimiento producto de su condición; tener pareja y desarrollar una vida independiente. 

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Después de leer el libro hice una búsqueda en internet con el nombre Daniel Tammet y he encontrado entrevistas profundas y sensibles que le han hecho cadenas importantes. En una de ellas, publicada en 2017 en Jot Down, le preguntaron sobre su gran inteligencia. 

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Cuando puse tu nombre en Google, lo primero que me salió es que eras el hombre más inteligente del mundo.¿Qué significa para ti que hablen de ti así?

 

No significa mucho. Porque, ¿cuál es la definición de inteligente? ¿Cuando juegas muy bien al ajedrez? ¿Hablar muchos idiomas es ser inteligente? ¿Llegar a algún descubrimiento científico? ¿Ser un buen artista? Existen muchas formas de ser inteligente. No me gusta sentirme obligado a representar alguno de estos modelos de inteligencia, o a destacar en una u otra cosa para demostrar que soy inteligente. Solo soy yo mismo. A unos les gusta y a otros menos, pero intento no ser representativo de nada. Por desgracia, esto es lo que otros ven en mí y yo no puedo controlar lo que escriben.


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También cuestiona los test de inteligencia y explica por qué. 

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Has criticado a Mensa, la asociación de personas superdotadas, porque te parece elitista y pones en duda que el cociente intelectual sirva para identificar a un superdotado. Tú mismo rechazaste la invitación que te enviaron para que entraras en la asociación.

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Sí, el test de cociente intelectual es una estupidez. Como te decía antes, ¿qué es ser inteligente? Si vas a una organización de este tipo, verás que tienen números, datos y teorías que refrendan que ellos son los más inteligentes, pero si les pones en la jungla, sin conocer el idioma de los que viven allí, serán tontos. Es decir, ser o no inteligente es algo cultural, en realidad.

Cuando miras estos test de Mensa de cerca no son más que una forma de privilegiar un tipo de cultura y un tipo de educación en contra de otros. Por mi experiencia personal, por haber viajado, conocer diferentes lenguas y culturas, tengo respeto a cada una de ellas y no me gusta cuando se pone a una sola en un pedestal y todas las demás tienen que mirar hacia ella para, de algún modo, decir que todos tenemos que ser así. Lo que hace Mensa es favorecer un tipo de educación, que es la clásica occidental de Cambridge, a la que no todos tienen acceso. Entre la clase obrera, o razas desfavorecidas como los negros, hay gente inteligente pero que no tiene acceso a ese tipo de educación. Por eso no me gusta cuando se dice «así es como tiene que ser el que es inteligente y el que es de esta otra manera es tonto».

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Puede leer más sobre Daniel Tammet en: Brainman, at Rest in His Oasis

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En su libro Nacido en un Día Azul hace un recorrido por sus recuerdos, desde su niñez hasta su vida adulta. Relata sus angustias, miedos y frustraciones, cómo desde pequeño se dio cuenta que era diferente; hasta su realización personal, que comenzó cuando decidió, a sus 19 años, irse a Lituania como voluntario a enseñar inglés. Ese viaje fue trascendental para él porque dio los pasos iniciales para la etapa en que se enamoró. También describe el momento en que se convirtió en una figura pública, luego de recitar, durante más de cuatro horas, 22 dos mil 514 dígitos de PI. 

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Allí lo descubren unos periodistas que se interesan en contar su historia. 

 

Para padres de niños, adolescentes y adultos con  autismo que no tienen el nivel de funcionalidad de un asperger e, incluso, para aquellos cuyos hijos son asperger, leer el libro nos permite ver reflejados a nuestros chicos, hasta entender qué pasa por sus mentes y su lucha con el manejo de sus emociones.

 

Les aseguro que leer el libro será una experiencia única y conmovedora. 

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Si quieren conocer más de la obra de Tammet y de su vida actual pueden ingresar a su Facebook o a su sitio www.danieltammet.net

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Spektro, un corto sobre Ángel y Juan 

Spektro es un corto de poco más de 10 minutos que narra un pasaje de la vida de estos gemelos con trastorno del espectro autista panameños, hijos de Benigna Lozada. Ángel toma clases de piano, y Juan estudia Bellas Artes en la universidad. 

 

Tito Gutiérrez es el productor de la historia. Relata que conoció a Angel en el Centro Ann Sullivan Panamá, donde fue relacionista público. Allí, afirma, aprendió sobre los trastornos del espectro autista y se encariñó con los chicos. Por ello, cuando escuchó de un concurso que se organiza en el país sobre temas de discapacidad, tuvo la idea de producir la historia.

 

Dije, “el tema va a ser autismo pero sin que la gente sepa que se trata de autismo”, enfocándonos en las habilidades de los muchachos, indicó Gutiérrez, y en ese momento decidió contactar a dos amigos con los que había trabajado y que completan el equipo detrás de la producción: Luis Gómez Su y Pompilio Campos

 

Campos, el director de Fotografía de Spektro, señala que descartaron hacer un reportaje o un documental, géneros que comúnmente se utilizan y, en vez de buscar actores, que participaran personas que tuvieran esta condición.

 

Empezaron a organizar la logística, cámaras y locaciones que necesitarían, así como cuántos días destinarían a grabar. Luego, escribieron el guión.  Detalló que les tomó dos días hacer el guión, en qué podían y no podían hacer los chicos, qué podían o no podían decir, en poner dificultades en la trama, y en definir cómo iba avanzando la historia. 

 

Gómez Su, el director, señaló que desde el primer momento acordaron que la historia trataría sobre las habilidades de Ángel y no sobre su discapacidad, porque el objetivo del trabajo es demostrar que esta población puede hacer las cosas siempre que se les dé la oportunidad. 

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En la historia también aparece Juan, quien afirmó que tiene un papel "crucial" aunque la historia es sobre su hermano.

 

“Yo los conocí antes de hacer el documental y quise poner mi experiencia, esa sorpresa de que él toca el piano, que lee una partitura [de manera] perfecta; dije por ahí es el asunto”, afirmó. Entonces comenzó el momento de armar la historia, el guión. Precisa Gómez Su que decidieron narrar lo que pasaba alrededor de una presentación de Ángel en el piano, los momentos de práctica en su casa, el desayuno. Y así empieza la trama. 

 

“A él le gusta tocar con unos lentes oscuros, así que dije qué pasa si se le pierden antes de la presentación”, agregó.

 

El grupo grabó durante cinco días y trabajaron la edición del corto en dos semanas más. En el grabación participaron Ángel y su hermano Juan, y una prima de los chicos. El Instituto Nacional de Cultura les prestó un espacio que tienen en la Plaza Francia y los que trabajan allí sirvieron de extras para el momento cumbre de la historia. 

 

¿Cuál es el mensaje del corto? 

 

“Que no se vea [a los muchachos como] que son una carga para la sociedad, ellos tienen habilidades, solamente tienen que descubrir cuáles son, orientarlos y ya. Eso es lo que queremos con este cortometraje, que la gente vea lo que pudieron hacer, y que los vean a ellos que fueron parte de un proyecto de este estilo, que no es documental, no estaban interpretando un personaje, son ellos”, aseguraron los productores. 

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¡Qué disfruten el corto!

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