¿Estaré criando bien a mi hijo?; descubre qué tipo de padre eres
Las palabras que le dices, no escucharlo cuando te habla, dejarlo a cargo de las pantallas en vez de jugar con él, burlarte de sus miedos o regañarlo en público. Si te identificas con alguna de estas actitudes, puedes estar moldeando a un niño inseguro, irritable, egoísta o dominante.
Traer un niño al mundo es la tarea más importante en la que puede embarcarse una mujer y un hombre. Sin embargo, cada vez se planifica menos ese momento y los intereses personales y profesionales de los progenitores, en muchos casos, suelen chocar con las responsabilidades inherentes al rol de criar. Es una realidad que no existe un manual sobre cómo ser padre, pero también es cierto que hoy sabemos mucho más de cuál es el entorno y el estilo de crianza que debemos utilizar para ese niño se desarrolle adecuadamente y sea feliz.
Comencemos por establecer una definición sobre la palabra crianza o criar. En esta ocasión, por la profundidad que ofrece y el entorno social en el que vivimos, utilizaremos la que provee el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), entidad que nos dice que sin importar si la acción de criar la realizan madre, padre, abuelos, tíos, hermanos o cualquier otro familiar, “consiste en la tarea de proporcionar los cuidados necesarios a lo largo de la infancia para que niños y niñas aprendan a vivir en sociedad, establezcan relaciones, estudien, trabajen y prosperen”. Y añade: “En la primera infancia [cero a ocho años], la crianza ofrece la oportunidad de sentar las bases para el éxito durante el resto de la vida”.
Lo anterior muestra la importancia del rol que desempeña quien cría y el impacto que todo estímulo que se le dé al niño, sea positivo o negativo, tendrá sobre su futuro. Y es que la definición tiene fundamentos científicos. Las neurociencias han demostrado que las interacciones que tenga el niño desde su nacimiento y, especialmente, durante sus primeros años de vida, programarán la forma en que se conduzca.
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Crianza positiva
Durante el Primer seminario sobre Neurodesarrollo, dictado en el marco del X Congreso del Hospital del Niño, el 22 de agosto de 2023, la psicóloga clínica Katia Quintero abordó el tema “Crianza: Consejos prácticos para la consulta”, y a lo largo de su exposición fue describiendo los estilos de crianza y cómo estos pueden desarrollar una sociedad con niños temerosos, inseguros, egoístas, dominantes irritables e indecisos, o niños empáticos, que tienen confianza en sí mismos, curiosos, que no subestiman ni compiten con otros.
Quintero comenzó por explicar que la crianza de los seres humanos es un proceso integral y complejo que tiene entre sus componentes el amor incondicional, el sentido común, la tradición cultural y algunos conocimientos científicos.
Remarcó la importancia de crear un vínculo afectivo, de que el amor sea incondicional, y de que los hijos se sientan libres, autónomos y felices. “Debe haber una atmósfera de amor y libertad”, afirmó.
Puso el ejemplo de los padres que llevan a su hijo para terapia de modificación de conducta, pero cuando conversa con estos con orgullo le dicen “yo era igualito cuando niño licenciada”. “No se trata de hacer [del hijo una] copia de los padres”, apuntó.
También mencionó el caso de los padres que se quejan de la mala conducta de los hijos y cuando se profundiza en lo que dicen solo se trata de la sana curiosidad que tiene todo niño y que es necesario atender para su adecuado desarrollo. “No hay nada más castrante para un niño”, dijo, que el no permitirle hacer esas “búsquedas”, no acompañarlos en ellas e incentivarlos a seguir haciendo ese ejercicio de aprendizaje que, guiado, puede ser el despertar de diversas habilidades o destrezas para la vida.
La crianza “se basa en el ejemplo, quiero que mi niño haga, pero yo no lo hago. ‘Es que, licenciada, cuando lo estoy llamando es como si yo no le estuviera hablando, me ignora’. Pero vemos en la calle y a veces en casas de familiares a un niño diciendo ‘¡Mamá, mamá, mamá, mamá, mamá!!!’ […]. Padres que se quejan de hijos que no los escuchan, pero tenemos padres y madres que están apegados a las pantallas, entonces hay un niño que se siente que no lo escuchan”, manifestó.
Y explicó que lo mismo sucede cuando los niños son groseros. La pregunta inmediata que se debe hacer el adulto es ¿quién más en la casa es grosero? Porque el niño está aprendiendo de lo que ve, de lo que escucha, de la forma en que se comportan los que están en su entorno. Y así como la crianza debe incluir un entorno de libertad, reiteró, debe estar enmarcada en valores.
Destacó el hecho de que cada hijo es diferente y único, así como cada padre y madre es el resultado de las formas de crianza que sus padres utilizaron con ellos y de cómo resultó el modelamiento de esa conducta, es decir, las reacción de aprobación o desaprobación a medida que se desarrollaban.
¿Qué tipo de padre soy?
El autoritario
Si vemos hijos, niños, inseguros y autoexigentes, con baja autoestima, que pueden llegar a ser hostiles, agresivos, temerosos, sumisos, irritables, vulnerables estamos ante padres, tutores o cuidadores autoritarios.
Quintero describió cuáles son las características de este tipo de padres. Son aquellos que tratan de ejercer únicamente control sobre los hijos, fijan reglas estrictas, normalmente no demuestran afecto, generalmente son muy críticos. Y dio un ejemplo del estilo del estilo que utilizan para corregir. Son aquellos que dicen “¡te debe dar vergüenza lo que estás haciendo!, ¡pena te debería dar!, ¿no te da pena que te está viendo la señora?”.
La psicóloga añadió que los niños y adolescentes que se están viendo hoy son el resultado de ese tipo de padres: son esos jóvenes que no saben qué van a estudiar cuando llega la hora de decidir, que no saben si quieren o no ir a una fiesta, que no se deciden por una pareja para el baile de graduación. Y esto sucede, añadió, porque los padres o cuidadores autoritarios, además, no los dejaban elegir cuando estaban pequeños. “Es bien importante dejar elegir y para enseñarles a elegir, hay que dar las opciones”, remarcó.
Estos padres también son aquellos a los que no les gusta dar explicaciones y cuando, ante una instrucción, los niños les preguntan por qué o repreguntan por qué algo es incorrecto o inapropiado reciben como respuesta un: ¡porque te lo estoy diciendo y ya! En este aspecto, insistió que si los niños por naturaleza siempre han sido curiosos los de ahora tienden a preguntar más y, si el niño tiene inteligencia superior aún más, porque son personas que no procesan lo sencillo, necesitan explicaciones.
También son padres autoritarios aquellos que tienden a concentrarse en lo negativo y aplican castigos severos porque sienten que con esa firmeza y esa rigidez lograrán que los obedezcan. Y puede que así sea, dijo la psicóloga, pero detrás de aquella obediencia se estará formando un niño con una personalidad que no es la mejor para él y para la convivencia en sociedad.
El permisivo
Si usted está ante niños irresponsables, inmaduros, egoístas, rebeldes, dominantes, impulsivos, consentidos, inseguros e inconformes sabrá que detrás de ellos hay unos padres permisivos.
“Licenciada es que yo no sé qué más hacer, siempre como que quiere algo más y yo le doy y ya se lo dije, yo no tengo un árbol con dinero, pero siempre quiere algo más”, dice Quintero al describir una típica conversación en las consultas. Y afirma que los padres deberían analizar que, quizás, esos pedidos de cosas materiales no se acaban porque realmente lo que está pidiendo su hijo es atención, presencia.
Los padres permisivos son aquellos que ceden la mayoría del control a los hijos, fijan muy pocas reglas, no quieren estar atados a una rutina, quieren que sus hijos se sientan libres, no establecen límites ni tienen expectativas. Estos padres aceptan el comportamiento bueno o malo, dicen es mi hijo, yo lo amo, así como es él.
El negligente
“Si estamos ante la presencia de niños que sienten que no son queridos, son inseguros y tienen baja autoestima nos debemos preocupar porqué tenemos un niño con claras carencias”, indicó Quintero.
Esos niños son el producto de unos padres negligentes. Estos son padres, tutores o cuidadores que no imponen límites y tampoco dan afecto, se concentran en las tensiones de su propia vida y no se hacen cargo de sus hijos. Si además son hostiles, dijo, los niños se muestran con muchos impulsos destructivos y conducta desafiante y delictiva.
“En alguna ocasión, hace muchísimos años, se le aplico una técnica proyectiva a un niño, y este niño se dibujo él, sus hermanitos y una mujer; eran él, sus hermanitos y la nana. Así de preocupante es la realidad de algunos niños, qué bueno es que tenía una buena nana, yo aplaudo a la nana, pero no le puedo regalar aplauso a los padres. A los niños mientras más se le sume en el vínculo funcional, perfecto, pero en tema de crianza no se les debe restar, es un derecho que ellos tienen y es una oportunidad que deben tener siempre”, concluyó.
Los sobreprotectores
Los padres sobreprotectores se pueden describir como aquellos que establecen pocas normas o no aplican las que han fijado, también son los que conceden a los niños todos sus deseos, los premian de forma excesiva y justifican o perdonan todos los errores que comenten, en un intento de evitar los problemas; tratan a su hijo como si fuese más pequeño de lo que es.
Con este estilo de crianza estaremos creando niños indecisos, dependientes y con pocas habilidades para hacer frente a las adversidades.
Los democráticos
¿Cómo son estos padres? Hacen seguimiento del comportamiento de los hijos, se muestran cálidos y cariñosos, refuerzan el buen comportamiento –los niños muchas veces escuchan a sus padres solo para el regaño—y hacen que se valgan por sí mismos para que desarrollen sentido de logro. Además, son padres que saben negociar. En consecuencia, los hijos tienen expectativas claras y razonables de sus padres.
Este estilo de crianza ofrece a la sociedad niños más seguros, confiados, autónomos, curiosos, empáticos, que creen en ellos y no subestiman ni compiten con otros.