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Jugar, una herramienta para desarrollar habilidades sociales en los niños con autismo en el aula

Cuando jugamos con los niños debemos evitar algo que ocurre a menudo y eso es que el adulto termina jugando, dirigiendo el juego, asegura la especialista española.

Jugar, una herramienta para desarrollar habilidades sociales en los niños con autismo en el aula

Cecilia Fonseca S.

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(foto principal Pixabay/trilemedia)


Que el juego es una herramienta para el aprendizaje no está en discusión, y no lo digo a título personal, lo dicen los expertos. Pero, ¿qué es jugar?

 

Aunque cada momento puede crear un término diferente, Arancha Arroyo, de la Escuela Activa MAGEA, en Burgos, España, un proyecto educativo con acompañamiento emocional, aporta una en la que el juego se define como una “actividad intrínseca al ser humano, caracterizado por la participación voluntaria, la creatividad y la diversión, que se desarrolla en un espacio temporal y físico, permitiendo a los participantes explorar, experimentar y aprender”. No importa, agrega, que los niños hablen idiomas diferentes, porque involucra algo que se conoce como cultura de la infancia.

 

Arroyo dice que el primer juguete que los seres humanos tenemos es el cordón umbillical y debemos aprender a ver los juguetes que tenemos de manera intrínseca, aunque, según los estudios, a los 11 años dejamos de jugar. A lo largo de la vida, añade, cuando los seres humanos nos damos la oportunidad de jugar, se dan esas cosas que nos ayudan tanto y sientan tan bien, es decir, imaginar, crear, compartir, interaccionar con las cosas y las personas, disfrutar del tiempo…

 

“Hay también quienes dicen que el juego es eso que hacen niños y niñas cuando los adultos no les decimos lo que tienen que hacer”, remarcó la maestra y especialista en el juego y juguetes.

 

Arancha Arroyo disertó sobre “el juego como motor de desarrollo de la infancia” en el marco de la Jornada educativa “Juego, autismo y desarrollo de habilidades sociales en el aula”, donde profesionales de la Fundación Miradas, de Burgos, España, presentaron el proyecto GAMESS, Juegos para alumnado con autismo con Metodología Educativa para el desarrollo de Habilidades Sociales, en cuya ejecución participaron cinco países: España, Chipre, Finlandia, Dinamarca y Croacia.

 

Papel de la persona adulta en el juego

 

Cuando somos adultos hay dos tipos de personas, las que tienen la visión de "yo no juego porque me da vergüenza hacerlo" y las que son como "animadoras y súper divertidas", estas son las que dicen venga, vamos a hacer esto, a hacer lo otro. ¿Qué es lo correcto?

 

Arroyo explica que en la infancia tiene que haber un punto intermedio, una escala de grises en la que se acompañe sin invadir, sin presionar, más desde un punto de vista de observador. Además, sea en el aula o en el hogar, cuando jugamos con los niños debemos evitar algo que ocurre a menudo y eso es que el adulto termina jugando, dirigiendo el juego.

 

Otro elemento importante en materia de convivencia escolar y familiar, apunta la especialista española, es que el juego es como una varita mágica, porque muchos de los conflictos del día a día, sobre todo en transiciones, se solucionarían recuperando la capacidad de jugar, de transformar la situación en un juego, que en ese momento en vez de estar con el seño fruncido, nuestra estructura facial cambie, y a nivel hormonal se generarán otras cosas que harán que tengamos más vínculo.

 

Antes de pasar a explicar unos  juegos con mucho potencial de los que no estamos conscientes, Arroyo habló del concepto paciencia, porque, indicó, generalmente los adultos tenemos unas expectativas que no se corresponden con lo que acontecerá durante ese tiempo. Y para ello puso el ejemplo de un posible choque.



Esquemas de acción

 

La especialista utilizó el ejemplo para pasar a hablar de los esquemas de acción, que ayudan a tener más paciencia porque permiten comprender lo que están haciendo los niños y esto deriva en una mayor autoregulación de la persona adulta, y en un mayor vínculo. Y qué son los esquemas de acción. Son unos patrones de comportamiento (Cris Azzi, Inglaterra) comunes en la llamada cultura de infancia, que implica que todos los niños, independientemente del lugar en el que estén, repiten esos patrones, para aprender y explorar su entorno.

 

Cualquier niño, desde los 9 meses, mas o menos, que ya inicia su movimiento autónomo, hasta los 8 años o incluso más adelante, si tiene un entorno rico, empezarán a trabajar con ese laboratorio que están haciendo con su propio cuerpo y los medios que tienen alrededor, un laboratorio de juego que ayudará a tener unos conceptos diferentes. Además, afirma Arroyo, muchos de los esquemas de acción están relacionados con la lecto escritura, pero este es un tema aparte.

 

  1. Contención. Es la necesidad de contener dentro objetos o a sí mismos, hacer cabañas, cuando hacen comidas, una muralla, todo lo que tiene que ver con encerrar y con contener es un esquema de acción y repiten y repiten y repiten hasta que ese esquema está asentado, y van evolucionando o meten diferentes variables para saber si la contención sigue funcionando.

     

  2. Envolver. En el momento en que pones pintura de dedos o de pincel siempre hay alguien que termina con las manos pintadas; y ese es un esquema de envoltura, está envolviendo sus manos, también está envolviendo cosas, objetos y ahí están repitiendo, repitiendo, creando ese esquema de acción, que son patrones biológicos que ayudan a ordenar su mundo de lo concreto a lo abstracto.

     

  3. Orientación. Es la necesidad de ver las cosas desde diferentes puntos de vista. Ves al niño jugando y de repente se sube a un sitio, a otro, se baja, lo mira desde un lado o del otro, y así pueden orientar en el espacio esto que han construido y, a veces, ellos mismos. Este tiende a ser un esquema que nos saca de nuestras casillas.


  4. Trayectoria. Es esa necesidad de lanzar cosas de forma constante, como cuando son bebés que les das una cosa y la tiran y la tiran. A partir de ahora, si lo ves con la caja de los esquemas de acción sabes que está experimentando en su laboratorio de juego.

     

  5. Rotación. De pelotas, de aros y también rotación de sí mismo, rodando y rodando.

     

  6. Transformación. Jugar a hacer pócimas, jugar a hacer cacharritos con barro, el destruir la torre que crearon también es un esquema de transformación, porque veo cómo se transforma de manera constante lo que yo tengo en ese momento.

     

  7. Transportar. Seguramente se venga a su memoria la imagen de todos los juguetes puestos en una montaña, que los han llevado de un lado a otro. Transportar obejtos de un lado a otro y apilar también es un esquema de acción.

     

  8. Conectar y desconectar. Este generalmente nos gusta, porque al final también vemos productos, como los Lego.

     

  9. Posicionamiento. Es el esquema en el que de repente cogen todos los lápices, todas las cucharas, todos los marcadores, todos los macarrones, y empiezan a ponerlos uno detrás de otro. Es maravilloso verlo desde una mirada científica, y permitir ese juego desde el asombro, desde el respeto y la admiración.

 

Juego de experimentación


Pixabay/sasint


Se trata de aprovechar todo lo que tiene el medioambiente para acompañar el juego libre y de experimentación, porque en la naturaleza hay un recurso de juego increíble.

 

Arroyo menciona que todavía hay mucho miedo en los padres de dejar a los niños experimentar, y enumeró una serie de beneficios que se derivan de este tipo de juego libre y autónomo.

 

Nos aporta una flexibilidad cognitiva que es una función ejecutiva que todos queremos promover en los proyectos educativos o situaciones de aprendizaje, es una maravillosa oportunidad de trabajar la flexibilidad cognitiva porque tengo que solucionar todos los problemas que ese medio me están surgiendo.


Mejora el sistema inmune. Mancharse, chupar piedras, palos, tiene un beneficio increíble para el sistema inmune –aunque nos explote la cabeza, dice Arroyo— porque necesitamos virus y bacterias diferentes en nuestro organismo, que ayuden a hacer frente cuando lleguen otras bacterias externas o virus, y el juego en la naturaleza es una oportunidad para ello.

 

Nos da creatividad.  En MAGEA, indica, tenemos una cocinita de barro y, los chicos a veces montan unos restaurantes, con galletas, con flanes, con tartas hechos con pétalos, con hierba, con todo tipo de elementos que puedas imaginar, y ahí está la creatividad, porque la creatividad es crear, no reproducir un modelo.

 

Estimulación sensorial. A veces, creo que se ha malinterpretado el concepto de estimulación temprana, de dar recursos sensoriales con luces, con sonidos, y muchas veces lo que tienen a su alcance, con grifos, con una jarra de agua, con especias caducadas –llévalas al aula, es una oportunidad hipersensorial— se pueden crear juegos de experimentación.

 

Juego de cachorros


Pixabay/Kreatikor

 

“Lo que tenemos en las aulas son cachorros, cachorros humanos y somos el único cachorro terrestre que no permitimos que nuestros cachorros jueguen como el resto de cachorros terrestres”, asegura la experta en juego.

 

¿A qué se refiere? A dejar a los niños revolcarse, agarrarse, medirse, el juego de la fuerza. Explica que muchas personas tienen a ver este juego como violencia, y no lo es. Apunta que es necesario diferenciar entre agresividad y violencia, que la agresividad es un instinto necesario sin el cual el ser humano no hubiera sobrevivido. “Otra cosa es la violencia”, reiteró.

 

Destacó que muchas veces los niños empiezan este juego y los paramos porque nos da miedo, porque puede generar daño, porque lo vemos desde esa mirada de violencia, con lo cual se pierde una oportunidad para ejercitar el autocontrol y la creación de normas. Y sustentó su punto: Para este tipo de juegos podemos poner normas de dónde se juega, cómo empezamos, cómo saber que al otro le está generando malestar, y es una oportunidad de trabajar empatía y la mirada en el otro, no solo desde lo oral sino también desde lo físico; aprovechamos este juego que se inicia para también desarrollar otras habilidades que nos pueden ayudar en otros espacios, que puede ser también el académico.  

 

Además, es muy bueno para todo lo que tiene que ver con la percepción sensorial, el poder saber dónde está tu cuerpo, dónde acaba y poder utilizarlo en el entorno, acotó.

 

La disertante finalizó invitando a los docentes y padres de familia a ver el “juego de cahorros” desde esta mirada más mamífera que también alienta a la competencia sana.  Y trajo otro juego.

 

---Agarren un papel, de cualquier tipo o tamaño. Nos ponemos en parejas, una en frente de la otra, con los ojos abiertos y con el papel en una mano. Voy a decir partes del cuerpo y ustedes deben tocarse la parte que se menciona con la mano que está libre. Cuando diga hoja tenemos que tirar de la hoja del otro (tratar de quitársela). Se repite varias veces---.

 

Mensaje del juego: Algo muy importante a la hora de jugar es la flexibilidad y la improvisación porque a veces pensamos que necesitamos tener todos los recursos preparados. Pueden utilizar este juego para trabajar la competitividad y la cooperación, porque hemos pensado mucho en lo cooperativo, y la competitividad es un recurso para trabajar la frustración.



 

También puede leer GAMESS, el proyecto que usa el juego para desarrollar habilidades sociales en alumnos con autismo

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